REPUGNANCIA
Cuando el
indigente le sale al paso se tapa la nariz, mira hacia otro lado y se marcha
mascullando insultos. En su vida solo cuenta esa oferta, la que nunca llega,
para ser uno de los mandamases de la multinacional donde trabaja, acumular
deportivos en su garaje y muchos ceros en su nómina. Ya en casa suelta la
tableta y el iPhone, se quita traje y corbata, e intenta eliminar la gomina y
el rictus castigador. Después, al entrar en el salón, su mujer evita su mirada,
mientras que sus hijos se tapan la nariz y le insultan en voz baja.
Uf, hay gente así, cuyas familias le muestran el asco que generan
ResponderEliminarUn abrazo