Ella encendió el tocadiscos y sentada en la cama comenzó a desnudarse. Él se acomodó y se limitó a mirar.
Ella fue desvistiéndose sin prisa; primero la chaqueta, luego la blusa y después la falda. Él no quiso perder tiempo y fue bajándose la bragueta.
Mientras tarareaba una canción, ella se quitó el sujetador y el tanga. Él se acariciaba y solo era capaz de escuchar a su corazón desbocado.
Cuando ella se desnudó por completo apagó la luz, corrió las cortinas y bajó la persiana. Él se subió la cremallera y entre maldiciones arrojó los prismáticos al suelo.