SIN ESCRÚPULOS
Arrastra
su carrito en dirección al mercado, ajena a las prisas de los que regresan
tarde a casa. Al llegar inicia su ritual diario y comprueba atenta la mercancía
que aún queda por despachar. No le importa si la fruta es de cámara o temporada, o si el precio de la carne y el pescado están disparatados; sus prioridades son
otras. Recorre la galería puesto por puesto y después se sienta en un banco de
la calle a esperar. Cuando echan el cierre selecciona la cena. Caducado,
podrido o defectuoso hace tiempo que perdieron su significado.