DONDE SE MATA Y SE MUERE
Cada noche despierta
sobresaltado. En su pesadilla él va reptando y esquiva las balas hasta
visualizar el objetivo. Entonces enfoca, apunta y dispara varias ráfagas sin
titubear. Impasible ante los gritos del niño que clama ayuda, captura la última
fotografía casi a quemarropa. Ese último
fogonazo que encierra horas de espera, minutos de riesgo y segundos de duda, le
conduce hasta los premios, los informativos, la fama… Aunque nada compensa el
olor a sangre y metralla que siempre lo acompañará. Él quiere creer que solo
era un observador, pero a todas horas revive llorando las imágenes de su
cámara.
Esa imagen, aunque valga la pena, tal vez le produzca más pena que gloria.
ResponderEliminarUn abrazo