MI MADRE SE LLAMABA CARMEN
Mi madre era la única del
barrio que tenía todos los nombres imaginables: Tatiana, Olga, Anastasia... lo
que me convertía en la envidia del colegio. Por eso no acallaba los rumores que
la tachaban de ser una espía enviada por los rusos para salvarnos de Franco.
Los padres de mis amigos la devoraban con los ojos, mientras que las madres
sabían que aunque era alta, de piel clara y pómulos prominentes, sus secretos
no eran políticos. Jamás olvidaré sus besos al estilo ruso. Esos que me daba
cada noche, antes de marcharse a trabajar, diciendo que eran solo míos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario