LA VIDA EN CENIZAS
Raquel ha vuelto al huerto.
Hace tiempo que Juan la dejó, pero sigue bajando porque allí está todo lo que
queda de él. Cuando comprendió que lo había perdido tiró todas sus cosas; sabía
que aquel último beso siempre los acompañaría. No fue su beso más apasionado
pero sí el más dulce. Sabe que a pesar del frío y la rigidez de su rostro, él
se lo llevó cuando su cuerpo quedó hecho cenizas. Así cada agosto, sentada bajo
la sabina, recoge los tomates, los paladea parsimoniosamente y disfruta en
ellos, bocado a bocado, el sabor de su Juan.
Sangre fría sí que tiene. Por los tomates, sin esos abonos :-)
ResponderEliminarUn abrazo