Aprovecho hoy para rescatar del olvido otro de mis primeros microrrelatos.
Plantada por Botero, junto al Paseo de Recoletos, descansa con su espejo ajena a las miradas de los transeúntes lascivos que disfrutan de su voluptuosidad broncínea. Detesta gimnasios, liposucciones o las dietas milagro, y no comprende los sacrificios de algunas para renegar en verano de lo disfrutado en invierno. Ojalá hubiera nacido hace cuatrocientos años cuando sí se entendía de mujeres. ¡Hasta podría haber sido la "Cuarta Gracia"!
Resignada, acepta por amor que los más viciosillos magreen su gran trasero. Se sacrifica porque aún espera a que ese tímido navegante, llamado Cristóbal, baje de su pedestal y la bese.
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