sábado, 17 de mayo de 2014

En soledad


Llegaba temprano al albergue, se duchaba con otros veinte tipos y desayunaba el mismo café aguado y las mismas galletas. Después tomaba el metro en hora punta, y viajaba apretujado hasta que bajaba en Sol. Entonces caminaba por Preciados y Arenal saludando a todos los que por allí pasaban. A continuación paseaba por Montera, Desengaño y Ballesta sólo para escuchar como le llamaban cariño, guapo y mi amor. A la hora de comer, si no conseguía colarse en alguna celebración familiar, regresaba al albergue. Al acabar el día marchaba a su casa, encendía la tele y rompía a llorar.

5 comentarios:

  1. Miguel, soledad pura y dura la que muestras en este microrrelato, y es que existen muchas islas dentro del continente llamado sociedad.

    Bien hilvanado.

    Abrazos.

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  2. Más crudo que un animal vivo. Te manejas como un maestro en este registro, aunque te prodigues poco.

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  3. Duro Miguel, conmueve y escuece.

    Un saludo indio
    Mitakuye oyasin

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  4. Crudo es poco Miguel.
    Muy bueno lo de que vaya saludando a todo el mundo por la calle, y que pasee por las zonas de las "señoritas que le llaman a uno de tú", para sentirse querido. Me ha recordado una frase de la película "Crash" que venía a decir, más o menos, que "estamos tan solos que buscamos chocar solo para sentir el contacto humano".

    Saludos.

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  5. Muy triste y muy real para muchos, Miguel. ¿Has leído a Sergi Pàmies? Creo que te gustaría. Un abrazo.

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