Para poder comer se jugaba en el recreo el bocadillo que no tenía, sorteando finta tras finta a los que intentaban quitarle el balón. Regateando rivales para sobrevivir, llegó a profesional y consiguió con sus gambetas que su país olvidara la tristeza y el hambre. Él, incapaz de burlar a unos defensas infranqueables llamados tabaco, alcohol y mujeres, jamás fue feliz. En su vida luchaban el bien y el mal, pero siempre perdía él. Murió joven, pobre y alcoholizado, abandonando hijos, amantes y cuentas impagadas. Una multitud enfervorizada acudió a su entierro. Su tumba solo la visita el olvido.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
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La fama. Torear el hambre es una buena escuela para triunfar. La pena es que llegar a la fama y ganar mucho dinero puede hacer que no se digiera.
ResponderEliminarBuen post, factible por completo. Un abrazo
La vida de ese genio del fútbol en 99 palabras. Fantástico micro, Miguel. Saludos!
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