Al conocernos aseguró que me querría para siempre y meses después afirmó ante Dios quererme y respetarme todos los días de mi vida. Nuestro matrimonio maduró con un sinfín de promesas que yo creí, pero él incumplió; la última no volver a pegarme cuando quise denunciarlo a la Policía. Ante la Biblia juró ser inocente al ser juzgado por asesinato y también le creyeron. Desde entonces me manifiesto a diario, con el cuchillo hundido en el pecho, para recordarle sus actos. El nunca creyó en fantasmas, pero ha denunciado en comisaría mis apariciones. Ayer lo encerraron en el psiquiátrico.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
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Muy buen texto esa mujer, asesinada, busca justicia
ResponderEliminarUn abrazo
Qué bueno, tiene merecida la venganza. Tanta promesa y luego...
ResponderEliminarUn saludo.
Le creyeron siempre, menos cuando debían hacerlo.
ResponderEliminarSaludos,
J.