La tía Margarita lleva meses sin salir de casa. El tío Florencio, más osado, se sienta en la puerta de casa y desde su silla controla las bocacalles. Nadie sabe qué les pasa, ni osan preguntar, porque junto a su asiento descansa una escopeta. Cuentan que temen que, al cambiar dictadura por democracia, alguien quiera saldar cuentas. Al principio Florencio esperaba con mirada fiera y dientes apretados pero ahora, desmejorado y ojeroso, está ahogado por los remordimientos.
Esta tarde ha cambiado escopeta por bastón y ha salido a pasear. Desea que hoy sea el día y cerrar, cuarenta años después, deudas pendientes.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
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ResponderEliminarUn abrazo
Ambiguo final.
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