Cuando escucha esa voz enérgica, dirigiéndose a él, los recuerdos se le amontonan: las noches de Reyes en vela para ser el primero en comprobar si le habían traído lo que había pedido; aquellas Nocheviejas en las que suplicaba que el año entrante fuera benévolo para que su familia recolectara lo suficiente para subsistir otro año; las madrugadas compitiendo con las estrellas fugaces para que su compañera de clase se fijara en él… Todos esos momentos desaparecen cuando esa voz le devuelve a la realidad. Entonces decide cambiar su deseo por un escupitajo hacia los fusiles que le apuntan.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
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Muy duro, muy crudo, muy tuyo. Y muy bueno.
ResponderEliminarHola, soy nuevo bloggero, me gusta tu blog. He leído este microrrelato y el anterior, muy buenos ambos, me quedo como seguidor.
ResponderEliminarUn saludo
Cuando es asco es sangre en la garganta. y el miedo manchas en el pantalón...los recuerdos hacen cruces extraños con la realidad.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Muy bonito y sorprendente final. Me ha gusado mucho.
ResponderEliminarBesicos muchos.