Esta es mi aportación semanal a Los Viernes Creativos de "El Bic naranja". |
Las tres alarmas que programaba para despertarse al día siguiente. Sus relojes de pulsera siempre sincronizados con móvil y portátil. La puntualidad estricta que exigía a familiares y empleados; la misma que él cumplía a rajatabla. Todo regido por ese tiempo que nunca tenía para ver crecer a sus hijos. No supo cómo encajar el diagnóstico del último chequeo, porque el destino también quiso pautar lo que le quedaba de vida. Se deshizo con dolor de todo lo que cronometraba su existencia. Así no pudo medir cuánto tardaron en cumplirse los diagnósticos, pero aprovechó cada segundo para ser feliz.
Esa lección debería haberse aprobado antes. Nunca es tarde para valorar lo que vale más que el cronómetro, el tiempo.
ResponderEliminarMuy bueno. Un abrazo
Creo que nos pasa a más de uno. Muchas veces tardamos más de la cuenta en darnos cuenta de qué es lo más importante.
EliminarUn abrazo
Nunca sabremos si lo logró.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Un relato que nos lleva a pensar en qué empleamos realmente nuestro tiempo, o ¿simplemente lo perdemos?. Me ha gustado.
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