Mientras vuelven las ideas, para no tener abandonado el blog, voy a ir colgando historias que tenía aparcadas por el ordenador.
Al salir del metro toma la avenida y esquiva a las rumanas que suplican ayuda para unos sordomudos inexistentes. Esquiva la suerte millonaria que le ofrece el vendedor de la ONCE y a las chicas con chaleco de Acnur buscan nuevos socios. Esquiva los acordes que salen de la flauta del músico callejero y a la estatua humana que se planta frente a él. Al final del bulevar observa a su ex acercarse y cruza la calle corriendo para esquivar su mirada de desprecio. En su entierro contaron que en el colegio siempre esquivó las charlas de seguridad vial.
Un atropellado final para un esquivo interlocutor. Un ritmo muy fluido y visual.
ResponderEliminarUn abrazo
Al menos logró huir, eso es lo importante.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Ahora que lo dices, ¡cuántas cosas esquivamos en un día!...tal vez sea eso o volverse loco... me gustan estas 99 palabras.
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