En cuanto Luis se marchó, dolida por lo cobarde de su huida, Laura fue destrozando todos aquellos borradores de historias que él diseminaba por la casa. Después tiró los tres libros que él había escrito, los que disfrutaron juntos, y los que él había comprado. De la nevera arrancó sus notas de tareas pendientes y del cajón del dormitorio las dedicatorias de cumpleaños y aniversarios. Tras estar segura de haberse deshecho de todos los papeles que evocaban su recuerdo, se encerró en su despacho y abrazó en su pecho la nota en la que Luis se despedía para siempre.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
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Uff, el suicidio, la huida para siempre, qué terrible soledad previa.
ResponderEliminarFeliz año nuevo, Miguel.
Me gusta, es muy delicado.
ResponderEliminarAlgo siempre perdura...
ResponderEliminarSaludos,
J.