Confidente, amante, consejera o esclava, se desdobla en múltiples personalidades a cambio de unas decenas de euros. Encima, debajo, delante o detrás, sin ser contorsionista se adapta a cualquier posición que ese día le propongan. Estefanía, Tania, Vanesa, Tamara o Verónica, su nombre no importa, porque la bautiza el que suelta los billetes. Moteles, coches, parques o callejones son los lugares donde ellos demuestran su poder mientras creen que ella gime de verdad. Desprecio, repugnancia, dolor es lo único, aparte de su cuerpo, que pone de su parte mientras, anestesiada a la humillación, intenta que terminen lo antes posible.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
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El título le va genial.
ResponderEliminarBuena descripción.
Un abrazo, Miguel
Precisa descripción de la crueldad.
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