miércoles, 20 de mayo de 2015

Mi madre se llamaba Carmen


Mi madre era la única del barrio que tenía todos los nombres imaginables: Tatiana, Olga, Anastasia… lo que me convertía en la envidia del colegio. Por eso no acallaba los rumores que la tachaban de ser una espía enviada por los rusos para salvarnos de Franco. Los padres de mis amigos la devoraban con los ojos, mientras que las madres sabían que aunque era alta, de piel clara, y pómulos prominentes, sus secretos no eran políticos. Jamás olvidaré sus besos al estilo ruso. Esos que me daba cada noche, antes de marcharse a trabajar, diciendo que eran solo míos.


7 comentarios:

  1. Elegante, dejando entrever, sin decir ni un poco más de lo debido. Qué bueno que el niño hable así de su madre, con independencia de las circunstancias que viven.

    ResponderEliminar
  2. Coincido en destacar la elegancia del texto como dice Luisa.

    ResponderEliminar
  3. Tierno y turbio a la vez, qué difícil. Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Jooo me encanta. Muy tierno y con ganas de imaginar más allá.
    Besos

    ResponderEliminar
  5. Las madres tienen ese embrujo, si señor.

    ResponderEliminar
  6. Un relato corto pero que dice tanto... me encantó. Enhorabuena (por el texto y por seguir ahí al pie del blog!) :)

    ResponderEliminar

Los otros caminos

Esta es mi segunda propuesta para el concurso de Zenda  #HistoriasdelCamino Los otros caminos Cuando reservé el autobús para ir hasta Vilalb...