En cuanto le escuchaba pelearse con la cerradura, se acurrucaba suplicando que no la tocara. Lo de menos era que volviera borracho, con los bolsillos vacíos y otro gatillazo para su lista de conquistas a olvidar.
Ana tardó meses en descubrir que el vecino con el que cada mañana coincidía en el ascensor podía ofrecerla algo más que educación, y cinco minutos en llenar la maleta de los viajes largos.
Anoche, cuando él regresó eufórico por haber mantenido una erección durante un minuto, abrió sin problemas la puerta. Aún no sabía que jamás volvería a abrir la de Ana.
Magistral. Bien llevado, sin estridencias, colocando los datos en su momento... y eso en menos de cien palabras. Eres un crack.
ResponderEliminarEn un minuto la vida se prestó a otra lectura de futuro.
ResponderEliminarTal vez imposible de emular, en el futuro.
Muy logrado.
Un abrazo y Feliz Navidad.
Bueno, por acá me paso y dejo mi huella. Espero nos leamos.
ResponderEliminarLa idea de las 99 palabras me parece interesante, sobre todo porque te obliga a buscar cierta disciplina y aprender a ser más breve. Esa metáfora de la llave es muy buena,. Pero lo que más me llamó la atención es cómo el personaje, Ana, puede cambiar su forma de proyectar el amor, o el miedo, o su vida, o el odio, en esos tres párrafos: miedo, descubrimiento, libertad.
Saludos.