miércoles, 6 de abril de 2011

La sangre de las aceitunas


El infierno se había trasladado a la Colina del Suicidio. Bajo un ruido ensordecedor los brigadistas mantenían sus posiciones, esperando a la muerte lo más dignamente posible.

Charlie Donnelly, el irlandés, nunca imaginó acabar sus días junto al Jarama. Tenía 23 años y muchos poemas por escribir, pero prefirió luchar por sus ideas.

Tras un olivo, mientras mantenía a raya al enemigo dicen que exclamó: "Hasta las aceitunas están sangrando". Un tiro en el brazo, otro en el costado y el mortal en la cabeza silenciaron su fusil y su pluma para siempre.

Hoy, descansa sepultado en el olvido.


12 comentarios:

  1. Como esta semana no ando muy sobrado de tiempo, ni de ideas, hoy me apetece rescatar esta historia que escribí hace ya un tiempo.

    No es exactamente un microrrelato sino simplemente una historia basada en un artículo que leí hace un tiempo en "El País". La historia es real y sucedió durante la Guerra Civil española.

    En cuanto se me refresquen las ideas volveré con las historias de siempre.

    Saludos

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  2. Es una historia preciosa, y la frase de antología "hasta las aceitunas están sangrando", sin duda había que contarla!!!
    Abrazos

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  3. Anita Dinamita la frase, creo que se entiende, no es mía. De hecho creo que hay algún libro, o algún poema, que tiene ese título.

    Miguel Angel sin cometnario en mayúsculas. La verdad es que la sinrazón muchas veces conduce a que nos quedemos sin palabras. En este caso sobran las 99.

    Saludos para los dos.

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  4. Miguel, desde el Perú, felicitaciones por el blog. Como dato, te cuento que en Inglaterra se inventaron una fórmula de cien palabras que llaman drabble. Saludos.

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  5. Es precioso ese final, dedicando un recuerdo en el inquebrantable olvido.

    Blogsaludos

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  6. César Klauer no tenía ni idea de lo del "drabble" pero da por seguro que echaré un vistazo para ver de qué va.

    Gracias Adivín Serafín. Hay cosas que no es posible olvidar.

    Saludos

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  7. Triste historia que tú relatas de una manera preciosa.
    Saludillos

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  8. Gracias Puck. Siempre se intenta, aunque no siempre se consigue.

    Saludos

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  9. Suena a la rancio, a triste, a blanco y negro, como la triste guerra que dejó marcada a tanta gente.
    Un biquiño muy grande.

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  10. La sangre de estas víctimas teñía los olivos, una inmensa tristeza por sus vidas y el olvido.
    Una buena idea rescatar este artículo.
    Besos, Miguel.

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  11. Carmela por suerte es algo que cada vez nos va quedando más lejos, tanto lo rancio como la tristeza que conllevaba todo aquello. Biquiños.

    Irene litros y litros de sangre inocente derramada sin sentido alguno. El artículo se publicó hará un año más o menos y es la historia anterior pero algo más ampliada. Besos.

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