Cuando Marta conoció a Gabriel en aquella feria de nanotecnología no se imaginó hasta qué punto el amor de éste por las cosas pequeñas marcaría su relación. Pese a que Gabriel trabajaba en un laboratorio de microbiología clínica su verdadera pasión eran los bonsáis, coleccionar miniaturas y aquel blog en el que publicaba microrrelatos, haikus y greguerías. A los pocos días se mudaron a un apartamento de 25m2 donde sólo convivieron dos semanas. Aquella mañana en la que la policía se lo llevó Marta descubrió horrorizada las fotos que Gabriel archivaba en aquel portátil que nunca le dejó usar.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Los otros caminos
Esta es mi segunda propuesta para el concurso de Zenda #HistoriasdelCamino Los otros caminos Cuando reservé el autobús para ir hasta Vilalb...
-
Esta entrada es mi propuesta para el reto de noviembre de Esta noche te cuento . Esta vez se trataba de inventar una palabra y yo he tom...
Estupendo microrrelato, Miguel. El gusto por lo pequeño llevado al máximo extremo.... ¡¡que mamón el Gabriel¡¡¡
ResponderEliminarMuy bueno, Miguel, me ha sorprendido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tambien me ha sorprendido y asqueado (nunca entendere segun que conductas)...
ResponderEliminar¡BUFFF!, sorprendido y escandalizado a partes iguales.
ResponderEliminarMiguel
Novicia Dalial en esto caso creo que fue demasiado hasta el extremo.
ResponderEliminarPedro muchas gracias. De eso es de lo que se trata, aunque no siempre se consiga.
Temujin yo tampoco la verdad. Hay gustos raros pero éste sólo puede producir lo que tú dices: asco.
Anapedraza (Miguel) en este caso es sólo un relato, pero por desgracia esto se da.
Saludos a todos, y gracias por vuestros comentarios.
Brutal el final. En pocas líneas nos metes en un romántico mundo minúsculo y desde allí nos sacudes a la realidad más cruda. Saludillos
ResponderEliminarFelicidades Miguel. Gran micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Menos mal que no le redujo la cabeza.
ResponderEliminarSalu2 minimalistas.
Puck de eso se trataba, veo que en tu caso lo conseguí.
ResponderEliminarTorcuato mil gracias
Dyhego quizás no le dio tiempo a ahcerlo. La policía se le adelantó.
Saludos
Lo que faltaba, que los pederastas alegaran en su favor la pasión por las miniaturas...
ResponderEliminarExcelente relato, reitero lo dicho por la mayoría de comentaristas, nos llevas de la mano por el mundo casi mágico del personaje, hasta estrellarnos con ese final tan brutal.
Besos brujos
Annie supongo que ese alegato no les valdría de nada. Como tú dices sólo faltaría eso.
ResponderEliminarBesos
muy bueno
ResponderEliminarsaludos
Pensé que la relación iba a ser corta por otros motivos, en todo caso duró poco, que de eso se trataba. Final magistral
ResponderEliminarAbrazos
Estupende giro final para un gran micro.
ResponderEliminarSaludos!
Gracias María Luisa y Patricia y bienvenidas.
ResponderEliminarAnita Dinamita duró lo que tenía que durar. Con sus antecedentes no había para más.
Saludos y gracias por vuestros comentarios
Excelente Miguel!
ResponderEliminarSaludos!
Muy bueno. Sí señor.
ResponderEliminarUn saludo.
Creo que deberías comprobar los gestos del lector. Cómo se va acercando según lee, pequeño, nanotecnología -se acerca-, microbiología, bonsáis, miniaturas -se cerca-...
ResponderEliminarY llega al final, y echa la cabeza atrás, asqueado.
Ése es tu triunfo. Lo has conseguido.
Enhorabuena.
P.
Mi sombrero, Miguel. No digo nada más, no puedo. Todavía... sigo en shock.
ResponderEliminarClaudia Sánchez, Cartaphilus no sabéis cómo se agradecen vuestras palabras.
ResponderEliminarPropílogo es una pena no poder ver lo que dices, pero simplemente leyendo lo que tú cuentas tengo más que de sobra para imaginármelo.
Kum espero que se te pase el estado de shock pronto. En este caso es sólo ficción, a pesar de que por desgracia ocurre.
Saludos para todos
En mi modesta opinión: El relato está muy bien narrado, tiene ritmo y está construido con palabras precisas, un camino para llevar al desenlace en el que se presenta al personaje central como pedófilo. Me pregunto por un lado, si la pedofilia es una suerte de amor por lo pequeño o sencillamente una perversión. Se nota en el texto una crítica a esta actividad en la sorpresa de Marta, pero de las 99 palabras son muy poquitas las de reprobación. Entiendo que la ausencia de condena no implica consentimiento, pero en mi criterio, como pocas cuestiones humanas me causan tanto rechazo y desagrado como el abuso de menores, son insuficientes. Creo que la literatura no debe ser necesariamente admonitoria, pero este es uno de los muy poquitos temas en los que creo, se debe ser muy cuidadoso. Esta es la razón por la cuál no votaría este relato, no la ausencia de méritos literario, al contrario, la abundancia de ellos en desmedro de un cierre suficientemente ético. Como digo, es mi modesta opinión.
ResponderEliminarCon todo respeto.
Julio
Julio Genissel opinión que acepto gustoso.
ResponderEliminarCreo que la condena a su actitud, como bien dices, la he dejado ya con la actitud de su pareja. Si no hay una condena más clara en el relato es simplemente porque en él lo que busco es llevar por un camino equivocado al lector hasta que se encuentra con esa situación, pero desde luego condeno de la más forma más firme lo que tú bien has llamado perversión.
Si en el texto hubiera querido criticar únicamente de la pedofilia lo habría hecho desde el principio, igual que he hecho con otras entradas en las que no había ningún giro final sino que desde el principio contaba la historia real tal y como era.
Vuelvo a repetir que condeno con todas mis fuerzas esa monstruosidad y vuelvo a decir que acepto de buen grado tu crítica. Aunque de todos los comentarios que por aquí han aparecido nadie lo ha interpretado a tu manera, tiene que haber opiniones para todos los gustos.
Espero verte por aquí en más ocasiones para que sigas dejando tus impresiones, favorables o no, a lo que aquí escribo.
Saludos.
Hola Miguel
ResponderEliminarQuería invitarte a que pases por mi blog y leas la narración homenaje a todos los compañeros de anónima: http://azullavable.blogspot.com/2010/10/ejercitando-la-derrota.html
Saludos
Julio
Valientes sinvergüenzas, pero aunque esto sea sólo un relato, desgraciadamente existen ese tipo de coleccionistas.
ResponderEliminarUn beso, Miguel.
Julio Genissel ya pasé por allí y debo reconocer que te ha quedado muy bien. Todo un detalle por tu parte.
ResponderEliminarIrene es cierto que la realidad supera a la ficción, como casi siempre.
Saludos