Casi sin dientes ya tomaba prestada, sin ánimo de devolución, la calderilla del monedero de su madre. Después fueron los juguetes de la guardería, y en el colegio los bocadillos que circulaban por el recreo. En la pubertad comprendió que las pagas de los demás muchachos eran esenciales para satisfacer sus caprichos. En la mili creyeron que cambiaría pero allí topó con aquel Subteniente aficionado a escamotear la comida del rancho. Desde ahí encadenó negocios en los que sus credenciales eran expolio y desfalco. Luego desapareció pero hoy aparece en el periódico local: es el nuevo Concejal de Urbanismo.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
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jajajajajajajajajajaja buenísimo!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarBesos brujos
Es que cuando hay vocación...
ResponderEliminarUn abrazo Miguel.
Que tiemble el pueblo.
ResponderEliminarAbrazos
Pues llegó a dónde llega las personas como el.
ResponderEliminarUn biquiño
Desde luego no hay nada como la experiencia en determinados trabajos.
ResponderEliminarSaludos, y gracias por vuestros comentarios.
Con ese curriculum no me extraña que haya llegado tan "alto".
ResponderEliminarMuy bueno, Miguel.
Un beso.