La lista del paro continúa sumando nombres y mientras tanto las calles de las grandes ciudades, con prisa y sin pausa, siguen recogiendo a nuevos inquilinos que se mezclan con los habituales: estatuas humanas, manteros, cantantes, vendedores de mecheros, llaveros o flores, “perrifláuticos”, faroleros subsaharianos, lisiados de cuento, tullidos de corazón, músicos profesionales y simples aficionadillos, aprendices de poetas, trileros, malabaristas, titiriteros, mimos, pedigüeños profesionales, pintores de brocha fina, caricaturistas, chinos con su "palaguas", magos, repartidores de panfletos, minuteros, los compro-oro,... Todos ellos con un anhelo común, despertar una mañana y ver que al fin la vida les sonríe.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Los otros caminos
Esta es mi segunda propuesta para el concurso de Zenda #HistoriasdelCamino Los otros caminos Cuando reservé el autobús para ir hasta Vilalb...
-
Esta entrada es mi propuesta para el reto de noviembre de Esta noche te cuento . Esta vez se trataba de inventar una palabra y yo he tom...
Todos los artistas del teatro callejero. Esto es la libertad y la democracia.
ResponderEliminarUn abrazo, Miguel
¿Quien no ha deseado alguna vez mejorar?
ResponderEliminar¡Un abrazo Miguel!
Torcuato es una buena definición la que nos das: "teatro callejero". A diario me encuentro a muchos de ellos en mi camino al trabajo.
ResponderEliminarMiguel Angel todos, sin excepción, queremos mejorar. Es de lo poco que nos queda.
saludos para los dos
Y les sonreira, no hay que perder la esperanza.
ResponderEliminarSeguro que sí Temujin. Muchos de ellos, espero que la mayoría, tirarán para adelante y algún día verán la vida de otro color.
ResponderEliminarSaludos. Gracias por pasar.
Si no llega la sonrisa, por lo menos que nos llegue la esperanza.
ResponderEliminarBlogsaludos
Adivín Serafín llegará, seguro que llegará. Todo lo malo acaba.
ResponderEliminarSaludos
¿Que sería la calle sin ellos?
ResponderEliminarQuizás que vayan rotando (incluso puedo formar parte yo), pero me gusta la singularidad de cada uno, lo triste es que lo hagan por necesidad.
Bicos Miguel.
Carmela seguramente si no estuvieran ahí les echaríamos de menos. Y es que como tú dices cada uno de ellos aporta algo al conjunto de la ciudad.
ResponderEliminarBicos
Teatro callejero? para teatro el tuyo, el de la ignorancia, necedad y arrogancia. A recoger patatas te ponía.
ResponderEliminarAnónimo no sé si lo dices por el comentario de Torcuato o por mí pero te remito de nuevo al primero de los comentarios: "Todos los artistas del teatro callejero. Esto es la libertad y la democracia"
ResponderEliminarEn efecto me refería a Torcuato. Supongo alguien distante de la calle, del "teatro" y de la vida en todo su explendor, a fuera en la calle, viva como el fuego y como reflejo de la sociedad real.
ResponderEliminarAnónimo yo no creo que esté dicho de forma despectiva su comentario pero bueno está claro que todo es opinable e interpretable.
ResponderEliminarSaludos Anónimo.
Muy bueno, me encanta la foto, el hambre agudiza el ingenio.
ResponderEliminarUna pena el trasfondo del relato, ojalá terminase el paro de una vez.
Besos, Miguel.
Irene el de la foto suele ponerse en Gran Vía, a la altura de Callao. Hace un tiempo hice una entrada sobre ellos en el otro blog, seguro que tú la leíste.
ResponderEliminarLo malo como tú dices no es el de la foto sino el trasfondo del relato.
Saludos