Tras cuarenta años trabajando Marcelino consiguió jubilarse. Solterón empedernido, ya nada le ataba para hacer todo cuanto se le antojara. Por eso sus amigos no entendían por qué cada mañana viajaba a Madrid y en plena hora punta se metía en el metro sin destino alguno. Cuando le preguntaban él contestaba escuetamente que estaba descubriendo placeres que hasta ahora le eran desconocidos. Una tarde volvió con un ojo morado, días después fueron el labio y el otro ojo los que volvieron renqueantes. Fue así como todos comprendieron que los placeres que encontraba gratis su cuerpo los pagaba bien caros.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
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¡Ufff Miguel!
ResponderEliminarAlgo masoca debemos de ser, por lo menos a veces, aunque seguramente sea por necesidad.
¡Feliz lunes!
Miguel
No sé si lo he entendido bien, ¿era cuestión de "forzar" el cariño?
ResponderEliminarLo siento, debe de ser una mañana de lunes espeso.
Por las respuestas que habéis dado los dos me temo que no es que estéis espesos, sino que no lo he debido dejar lo suficientemente claro.
ResponderEliminarNo, no tiene nada que ver con forzar el cariño, es algo un poco más bestia, digámoslo así. Seguiré viendo los siguientes comentarios y si veo que sigue sin entenderse daré alguna pista para que quede más claro.
Quizás tenga una mente un poco calenturienta.
Gracias por vuestros comentarios anapedraza (Miguel) y maite.
Saludos
Pudiera ser que el roce algun dia se torne en cariño...Marcelino, modera tus impulsos....
ResponderEliminarMenudo sobón.
ResponderEliminarUn abrazo
El típico viejito que mete mano a las chicas en el metro, a mi lado se aposentó alguno cuando era joven, un asco, la verdad!!! Nunca les pegué pero ganas no faltaron.
ResponderEliminarUn abrazo
Temujin me temo que está complicada la cosa. No creo que vaya por buen camino.
ResponderEliminarTorcuato ese es el califactivo más suave que le podemos dedicar.
Anita Dinamita eso es lo que les falta, que alguien les ponga la cara roja pero no con palabras.
Saludos
No está mal, es bueno.
ResponderEliminarHe de decir que quizá son demasiadas las ideas que quieres plasmar, es mejor siempre coger una fuerte.
Bien rematado.
Yo había visto de inicio una violación, así que fíjate tú hasta donde me había ido!! Por eso puse lo de forzar entrecomillado.
ResponderEliminarDaniel Sánchez en el fondo estoy intentando conducir al lector hacia el final de la trama pero es posible que me haya pasado. Gracias por tus palabras, y por pasarte.
ResponderEliminarMaite entonces tú aún fuiste más allá de lo que yo quería. Ya te dije antes que quizás no había introducida demasiado bien lo que ocurría. Saludos.
Hola soy nueva en tu blog, y me he decidido a escribirte para decirte que lo entendí desde el principio, por si te sirve de algo ya que he visto que esta entrada ha tenido dificultades.
ResponderEliminarUfff!desde luego como poco Marcelino se merece volver a casa con la cara hinchada.
En cuanto a este tema, un día me sorprendido un relato que leí en un libro sobre una mujer, casada y llena de éxito en todos los aspectos de su vida, que iba en el metro sin ropa interior para que la tocaran...
Antes de nada quiero darte la bienvenida Tiovivo, espero verte a menudo por aquí.
ResponderEliminarMe alegra de que tú si lo pillaras a la primera ya que es un podo frustrante cuando ves que la gente va opinando y no ha entendido de qué va. Está claro que mucha culpa es mía, la mayoría, por eso se agradece que algunos lo veáis claro.
Marcelino se merecía lo de la cara hinchada y más. En cuanto a lo de la mujer del libro simplemente decir que hay gente para todo, pero en ese caso si a ella le gustaba tampoco lo veo mal. Cada uno que disfrute como pueda o quiera siempre que se respete a los demás.
Saludos
El anterior necesité tu explicación, éste por el contrario lo pillé a la primera.
ResponderEliminarA mí esos viejitos me producen ternura, no sé, pero no logro verlos como pervertidos, tal vez porque cuando ya tienen su edad me parecen inofensivos...
Besos brujos
Annie me da la impresión de que en el anterior fueron todos, o casi todos, los que necesitaron mi explicación así que eso debo apuntarlo en mi debe.
ResponderEliminarEn cuanto a tu opinión sobre estos viejitos como ya dije antes en un anterior comentario eso va en cuestión de gustos. Siempre que haya consentimiento que cada uno haga lo que quiera o pueda.
Siempre es una alegría ver tus comentarios.
Saludos
No me gustan esos viejos verdes, el respeto me parece imprescindible, no se puede violentar a nadie que está tan tranquilo viajando en el Metro, y desgraciadamente sigue sucediendo.
ResponderEliminarUn beso, Miguel.
Irene completamente de acuerdo, nadie es quién para molestar al de al lado. Educación y respeto, nada más.
ResponderEliminarSaludos