Su cara refleja los estragos de la viruela y de la mala vida: “Estoy en paro, no tengo para comer. Si pudieran ayudarme con unas monedas o un bocadillo se lo agradecería". Hoy trae una guitarra, esto promete: "Intentaré alegrarles el viaje con una canción” Nos deleita con una de “Los Delinquentes” entre estación y estación: "Ahora viene lo mejor, es cuando me quito la gorra para ver si cae alguna moneda, y si no, también podéis regalarme una sonrisa que de ésas me caben muchas" Tras la recolecta abandona el vagón huérfano de monedas y atiborrado de indiferencia.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
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Una denuncia muy bien escrita, Miguel. Vivimos entre demasiada indiferencia. Te voy a calificar como un microautor, porque me encantan tus reivindicaciones sociales.
ResponderEliminarUn abrazo
Seguiré compartiendo sonrisas cuando no me queden monedas...
ResponderEliminarSi me acuerdo y lo encuentro te enviaré un vídeo precioso al respecto.
Abrazos
Maite acepto de buen grado el calificativo. Realmente me salen siempre de ese tipo las historias, y no es algo que haga a sabiendas.
ResponderEliminarAnita Dinamita esperándolo estoy. Seguro que merece la pena.
Abrazos para las dos.
Fue fácil... con solo una palabra de búsqueda y zas! es el título. Espero que te guste!
ResponderEliminarAbrazos y sonrisas de autobús
http://www.youtube.com/watch?v=0udJVDyC0M4
Las sonrisas son más difíciles de conseguir, seguro. Saludillos sonrientes
ResponderEliminarLa palabra indiferencia todavía retumba en mi cerebro.
ResponderEliminarBlogsaludos
La indiferencia es lo que me parece más triste y duro de aquí.
ResponderEliminarBesos brujos
Hay veces que las costumbres y los habitos no son buenos. Acostumbrarte a ver ciertas cosas y coger hábitos de indiferencia...
ResponderEliminarAnita Dinamita muchísimas gracias por el enlace. Totalmente recomendable desde luego. Es una historia tierna y entrañable, de las que llegan. Gracias de nuevo. Saludos.
ResponderEliminarPuck últimamente las sonrisas se venden muy caras. Nos hemos vuelto egoístas en ese sentido y cuesta horrores regalarlas.
Adivín Serafín te aseguro que es lo que vi.
Annie nos hemos vuelto completamente insensibles. Al menos tú no.
Temujin en ralidad pasa así. Lo estás viendo a diario, y llega un momento en el que ya nada te sorprende ni te despierta, es una de tantas otras cosas que obviamos.
Saludos a todos y gracias por vuestros comentarios. Vosotros hacéis este blog.
No creo que halla tanta indiferencia.
ResponderEliminarYo, que no la tengo, veo a mucha gente que tampoco y la gente se para y escucha y ayuda.
Es algo que me atrae mucho, algo de lo que nunca paso de largo por todo lo que significa.
Bicos.
Carmela supongo que habrá que todo, aunque en lo que se refiere a los que piden en los transportes públicos creo que en general sí se cumple lo de la indiferencia. Quizás hay demasiados.
ResponderEliminarSaludos
Las sonrisas no se venden, se regalan. Te envío unas cuantas para pasar la semana. :-) :-) :-)
ResponderEliminarSaludillos sonrientes
Las recojo Puck, siempre vienen bien, y más si son regaladas.
ResponderEliminarSaludos
Yo he tenido en muchas ocasiones esos compañeros de viaje, no siempre les he dado monedas y entonces tampoco me he atrevido a ofrecerles sonrisas, y la verdad es que me he sentido mal, y más aún porque sé que mi hijo alguna vez ha hecho esto, incluso publiqué una entrada sobre ello hace tiempo, te la dejo por si quieres leerla.
ResponderEliminarhttp://zarandajasdeirene.blogspot.com/2008/02/concierto-gratis.html
Besos, Miguel.
Irene bonita anécdota. Seguro que se le quedó una cara de asombro al veros que tardaría tiempo en quitársele.
ResponderEliminarSaludos, y gracias por el enlace