El despertador sonó a la hora de siempre, se levantó, y repitió la rutina de los últimos cuarenta años. Se duchó, desayunó, besó a su mujer y salió a la calle. Hasta ahora era un día como cualquier otro, hasta que fue cruzándose con gente con la que nunca coincidía.
Tras diez minutos de caminata llegó y vio a aquella muchedumbre, cabizbaja, esperando resignadamente. Sintió un miedo atroz: nunca imaginó estar allí. Pidió su turno, y se puso a esperar, no había vuelta atrás. Completamente resignado leyó aquel cartel con las cuatro letras que ya nunca le abandonarían: INEM.
NOTA.- Recientemente han aparecido publicadas en la revista digital Narrativas (Enero-Marzo 2011) seis de mis microrrelatos (págs. 111 y 112). Si quieres leerlos y saber un poco más de mí puedes pinchar en el siguiente enlace: Descargar Narrativas.
Enhorabuena Miguel!
ResponderEliminarUn abrazo
Triste, no me extraña que caminen cabizbajos.
ResponderEliminarUn abrazo
Buen relato, enhorabuena por la publicación, nada menos que seis!!! es estupendo. Abrazos.
ResponderEliminarMe gustó el relato. Felicidades por el libro (creo que todavía no lo había hecho) y también por esta última publicación
ResponderEliminarSaludillos
Anita Dinamita muchas gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarFortunata yo en su situación andaría igual. Tocaré madera.
Gracias Maite, la verdad es que no ha estado mal.
Puck nunca es tarde. Muchas gracias.
Saludos para todas
Felicidades por la publicación.
ResponderEliminarQué mal cuerpo me ha dejado el de hoy, bufff.
hm no era mi intención, pero por desgracia es lo que hay.
ResponderEliminarSaludos, y gracias.
¡Enhorabuena! por las publicaciones. Y en cuanto a la entrada muy triste y tan real, espero que pronto cambie todo eso.
ResponderEliminarSaludos
Tiovivo como suele decirse, la esperanza es lo último que se pierde.
ResponderEliminarGracias por todo.