Su cama nunca estaba fría ya que ninguna noche Silvia conseguía dormir sola. Vivía en una exclusiva urbanización, conducía un cochazo espectacular y su empresa era la envidia del mercado bursátil, pero ella no era feliz porque su corazón continuaba coqueteando con la indigencia.
Cada noche buscaba desesperada a su príncipe azul pero sólo encontraba oportunistas deseosos de aliviar su hombría en cama ajena. Tras sentirse muchos años tratada como un objeto un día decidió cambiar radicalmente su vida.
Hoy su cama sigue siendo un horno pero aquellos tipos cuando ahora la visitan nunca olvidan su tarjeta de crédito.
Cada noche buscaba desesperada a su príncipe azul pero sólo encontraba oportunistas deseosos de aliviar su hombría en cama ajena. Tras sentirse muchos años tratada como un objeto un día decidió cambiar radicalmente su vida.
Hoy su cama sigue siendo un horno pero aquellos tipos cuando ahora la visitan nunca olvidan su tarjeta de crédito.
Jajajaja muy bueno me encanta esa última vuelta que le has dado al final, eso es un cambio lo demás es tontería jejeje
ResponderEliminarPerfecto micro y humano.
ResponderEliminarBicos.
Cambio oportunistas por oportunidades, me parece una justa y libre opción.
ResponderEliminarMe ha gustado
Un abrazo
Tiovivo me alegra de que te gustara. Esta ufe una historia que me salió del tirón y no sabía si gustaría.
ResponderEliminarCarmela muhcas gracias por tus palabras.
Bicefalepena mientras que las cosas se hagan con libertad y por propio deseo todo perfecto.
Saludos para todos y gracias por vuestros comentarios.
La rentabilidad manda y los principes azules andan tras princesas y periodistas..
ResponderEliminarTemujin realmente el cuento ha cambiado bastante, y como bien dices los príncipes azules acutalmente escasean.
ResponderEliminarSaludos