viernes, 11 de octubre de 2013

Racionando el hambre

(La foto está tomada en la Plaza de las Descalzas)

Hace una semana volvieron a recogerle moribundo del banco donde suele dormir. Aunque esta vez no fue por ansiedad, ni frío, ni tan siquiera por el vino peleón. En el hospital le han mimado, le han quitado la roña que ya era como su segunda piel y sus barbas a lo Valle-Inclán, pero sobre todo el hambre. Ayer, al darle el alta, le han dado mil recomendaciones y han insistido en lo de hacer tres comidas diarias. Él, resignado, ha prometido intentarlo. Hoy, ha dividido en tres partes el café y el bollo que ha mendigado para el desayuno.


7 comentarios:

  1. Bastante ha hecho, no puede hacer más.
    Me parece que la solución ha de partir de otras personas, de otra parte.

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  2. Pues a este ritmo, podemos racionar el agua que hará el café. En mi vida había visto tanta gente viviendo en los bancos, cajeros o coches. Lo que ahora me subleva es que no son seres asociales, ni tienen una drogadicción previa que les alejara de la sociedad, Son, en muchos casos, simples víctimas del sistema.

    Un saludo.

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  3. Que cruda realidad más bien reflejada.
    Besicos muchos.

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  4. ...y pensar que hay gente que puede pasarle por al lado a personas en esa condición, sin siquiera notarlas...

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  5. Este micro es como una puñalada a la conciencia social, Don Miguel; a la ceguera voluntaria que nos hace mirar siin ver una realidad que no queremos que nos roce.

    Y todo ello en noventa y nueve palabras precisas.

    Un abrazo,

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  6. Sin nada que añadir, Miguel. Enhorabuena...

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  7. Un relato duro, bien trazado y muy de tu estilo.

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