Jesús llega a casa, después de estar tres días fuera, esperando recuperar cada minuto perdido. Nada más entrar comprueba que, como de costumbre, sus hijos están a lo suyo y ni perciben su llegada. Su mujer, hastiada de lidiar con ellos, le recibe con una cara que le llega al suelo y le niega el beso de bienvenida. Él, acostumbrado a ese recibimiento, se encierra en su despacho, deja en un rincón la bolsa con los regalos y enciende el portátil. Hoy es un buen día para empezar otro de sus best-sellers en los que siempre triunfa el amor.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Los otros caminos
Esta es mi segunda propuesta para el concurso de Zenda #HistoriasdelCamino Los otros caminos Cuando reservé el autobús para ir hasta Vilalb...
-
Esta entrada es mi propuesta para el reto de noviembre de Esta noche te cuento . Esta vez se trataba de inventar una palabra y yo he tom...
Una vida paralela donde la realidad y la imaginación nunca se encuentran.
ResponderEliminarEstupendo micro, Miguel.
Un abrazo.
Entonces, si llevó una vida (más) de mierda... ¿me convertiré en autor de éxito?. Gran relato sobre la evasión de la realidad.
ResponderEliminarEs un experto en recrear la vida no tiene. Es como si escribiera una autobiografía que lo que no ha vivido.
ResponderEliminarMuy bueno, Miguel.
Un abrazo.
Es quizás por esa falta de atención de sus seres queridos por lo que se desenvuelve tan bien en las historias de amor. Pues no hay como escribir desde los deseos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tres días ansiando verlos. Ellos, acostumbrados, ya no perciben su ausencia. Salvo su mujer, y no porque lo eche de menos...
ResponderEliminarMuy buena escena has descrito. Y ese final, un derroche de imaginación (como la que a él le salva).
Me ha gustado mucho.
Un abrazo, Miguel.
Y el desamor se hizo costumbre. ¡Qué triste! Quizás escribir sea un cicatrizante, no?
ResponderEliminarMe encantó, Miguel! Abrazos van
Qué bien has retratado la realidad cotidiana...Espero que la siguiente sea si no un besseler ??¿¿ una bonita historia de amor.
ResponderEliminarBesicos salados desde el Mar Menor.
La experiencia -propia- me dice que este es el peor de los escenarios, en el que el desamor se va haciendo con cada rincón de la convivencia hasta llegar la hastío.
ResponderEliminarLo has retratado de forma magistral, Miguel.
Mis aplausos.
Un abrazo,
Creo que la felicidad posee sus altibajos y no siempre es color de rosa. Dar la total satisfacción espiritual y acallar las quejas de una mujer resulta imposible. Digo, les iba bien con los best sellers, ¿Acaso ella quería que el oro cayése del techo como lluvia? Muy posiblemente.
ResponderEliminarMuy bueno el título que con ironía retrata su realidad.
ResponderEliminarBesitos
Por lo menos no había perdido la capacidad de soñar con el amor.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Uf. La vida del narrador está cargada de lo que la propia vida lleva.
ResponderEliminarLa imaginación es un arma poderosa, como las palabras, que en este texto realizan un trenzado de mundos paralelos coincidentes.
Un saludo.
Me gusta el relato, es como un retrato posible de esa gente que imagina las cosas que quiere, pero no actúa en consecuencia.
ResponderEliminarEs importante hacer.
Es triste sustituir la vida real por la imaginada, quizás si le echara un poco más de imaginación a la real sería más feliz. No sé si su vida tiene arreglo, pero no puede estar mejor contada.
ResponderEliminarMe gusta cómo vas presentando los hechos con ese ritmo que le va llevando casi sin remedio a su despacho.
Un saludo
Me ha gustado mucho. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarSuerte de tener esa vida que sí es vida...
Saludos