Julián aún no acaba de creérselo, Febre, el vagabundo del pasadizo de Recoletos, falleció anoche. Le veía a diario, tanto al llegar a la oficina, como al marcharse, como si fuera parte del paisaje. Allí sentado dejaba correr la vida sin importarle a qué velocidad pasara, acompañado de un chucho, el cartón de don Simón y unos soldaditos de plomo. Julián sabe que le echará en falta y que tardará en recuperarse del disgusto. Además nunca se perdonará el no haber intimado más con él. Seguro que así habría conseguido que Febre le regalara aquellos soldaditos que tanto deseaba.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
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ResponderEliminarLa humanidad la saca sólo para el telemaratón por navidades. Es genial.
ResponderEliminarConseguiste que al principio realmente penasara que sentía su muerte.
ResponderEliminarHay gente para todo.
Abrazos
Lo cierto es que pensé mal desde el primer momento, pensé un final miserable; sin embargo, sigue siendo una autentica pena (y obviamente no me refiero al micro)
ResponderEliminarNo le importaba la muerte...Solo se apenaba por no conseguir sus soldaditos.
ResponderEliminarPenosamente bueno.
Besos desde el aire
No hay género más ruin que el humano.
ResponderEliminarHace reflexionar.
Saludos
Elysa cuántos hay de ésos.
ResponderEliminarCybrghost pues ahora que lo dices de esos hay unos cuantos también.
Su me alegra que por unos momentos te hiciera dudar.
Saludos para todos. Gracias por vuestros comentarios.
Luisa Hurtado conmigo, en esto de los microrrelatos, piensa mal y acertarás.
ResponderEliminarRosa. Es penosamente triste.
Imilce eso no lo dudes ni un instante. Somos capaces de lo peor de lo peor.
Gracias por vuestros aportes. Saludos.
No sé por qué he pensado en la frase esa de no es más pobre el que menos tiene sino el que más desea.
ResponderEliminarhm la frase le viene al pelo a este micro.
ResponderEliminarSaludos