Ella era militante activa del PP, él uno de esos desencantados de izquierdas. Él, abonado del Atleti, a ella le tiraba más el blanco. Ella, seguidora de los 40 principales y del pop anglosajón, a él se le erizaba el vello escuchando el riff de “Smoke on the water”. Él, agnóstico reconvertido, ella creyente convencida. A ella le gustaban los toros, él hacía tiempo que dejó de hacer chistes con lo de su pasión por las corridas. Él fue viendo cómo su amor se iba difuminando, ella tenía el “difuminador”. El mataría por ella; ella le mató a él.
