La foto está tomada en la calle Lepanto (Madrid) |
Hace pocos días que ha abierto, pero ya ha conseguido su clientela fija. De todos ellos solo uno, cada día a la misma hora, disfruta del producto sin pagar por ello. Siempre realiza la misma maniobra: se acerca revoloteando hasta el expositor que ponen en la fachada, y cuando sabe que nadie observa se acerca, se lanza y picotea. Cada minuto aproximadamente repite la maniobra hasta que sacia su ansia. Hogazas, baguettes, chapatas, pistolas,... todas se llevan su marca. Cuando ha probado todo el muestrario se marcha calle abajo royendo el último mendrugo, y silbando siempre la misma melodía.
P.D. No te pierdas la última entrada de mi otro blog de microrrelatos. Se titula "Sin remedio" y para leerla puedes pinchar en este enlace.
Le doy las gracias al señor que el jueves se encontraba picoteando en la tienda de la foto por regalarme esta historia.
ResponderEliminarHe visto un pájaro, sin más, asi que el "silbando" ma ha chocado mucho.
ResponderEliminarQué panadero acepta un "cliente" que hace así? hay alguien tan buen samaritano hoy en día?