Lleva horas durmiendo en su cunita como un ángel, vestido con un pijama rosa, aunque la providencia quiso que en el último momento fuera niño. Asustados, sin saber qué hacer cuando despierte, Concepción y Eduardo ya tienen preparados los pañales, el arrullo, las toallitas y varias mudas. Quizás algún día él les odie, pero están deseando que despierte cuanto antes para demostrarle su amor. Tantas noches sin dormir, tantas súplicas y rezos al final dieron su fruto. Ya tendrán tiempo de contarle cuando crezca, a pesar de los consejos de la monjita, de dónde vino y quién es él.
Durante los primeros diez años en este blog todas las historias que fui publicando estaban contadas en 99 palabras. Ahora cada una de las historias toma su propia extensión.
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Me gusta, como siempre, tu manera de tratar estas situaciones, con pinceladas de realidad mezcladas con ternura, sin juzgar a los personajes, sin buenos ni malos. Al llegar al final he vuelto a leerlo y esa "providencia" ha cobrado un nuevo sentido.
ResponderEliminarUn saludillo
Tiene muchas lecturas este cuento, la mayoría dulces; pero una de ellas no lo es tanto, cuando la captas por las pistas...
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bueno! Da para leerlo unas cuantas veces e ir afinando la interpretación que uno le da. Dices mucho en tan pocas palabras. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarMuy buena opción esta que planteaste al REC. Me ha gustado mucho ese transcurrir dulce hasta que se nos descubre ese final. Enhorabuena.
ResponderEliminarExcelente, Miguel. Me parece muy bueno el enfoque que le has dado, tocando -metiendo el dedo, debería decir- un tema que arde, duele y quema.
ResponderEliminarEra, sin duda, una buena apuesta para el concurso.
Un abrazo.
Como siempre "inmiscuyéndote" en la realidad con ternura y crudeza a la vez.
ResponderEliminarMe gustó como has convertido en relato, y le has dado un enfoque diferente, con el punto de vista de los padres "receptores", que normalmente no se expresa, un tema tan actual.
ResponderEliminarHumildemente, para mi gusto, creo que podría acabar en "la monjita", y funcionaría igual muy bien, pero es muy personal.
Un saludo Miguel
Suscribo la opinión de Jiménez Salvador con respecto a la última frase. Y ya somos dos. Este micro es certero y equilibrado. ¡Muy bien!
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