Desde hace unos días se ha vuelto un habitual en la tasca del pueblo, donde apura copa tras copa hasta emborracharse. Allí ante la incredulidad de unos, y las babas de otros, cuenta cómo una jovencita, treinta años más joven, le está haciendo sentirse hombre de nuevo.
Al llegar a casa su mujer, que prefiere hacer como que no sabe nada, le espera con la cena caliente y la muda de mañana. En el cuarto que hay al final del pasillo su hija mastica el odio acumulado y cuenta los minutos que faltan para arrancarle de cuajo el corazón.
Miguel, duro relato por ese final tan "cabrón", con perdón, que escoges. Y es que no sé si es más misero el acto en sí o el pavonearse de el mismo.
ResponderEliminarRelato que llega y te revuelve.
Un abrazo.
¡Tremendo, Miguel! Este es un relato que levanta el alma del lector con un final que le acuchilla y le hiere.
ResponderEliminarDosificas las información de forma tal que -sin sentirse embaucado- el lector siente la sorpresa que precede a la indignación. Con una más que acertada elección del lenguaje consigues la máxima expresividad en la mínima extensión y eso se llama, sin duda, maestría.
Un abrazo admirado.
Hola Miguel y cía.
ResponderEliminarPoco más puedo añadir. Solamente que resulta escalofriante, y bueno. Saludos.
Uff, Miguel. Qué duro ese final. Dan ganas de arrancarle el corazón y más.
ResponderEliminarUn saludo.
El corazón desmigajado a causa de un mazazo, lento, denso y circunscrito...da para una carga de odio insondable.
ResponderEliminarGran texto.
Un saludo.
Creo que lo que mata ahí es la falta de amor.
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarSolo quería deciros que esta historia, aunque os pueda parecer fuerte, está basada en un hecho real que sucedió en el pueblo de al lado de mi padre hace ya bastantes años. Como siempre, la realidad supera a la ficción.
Saludos.
Si es lo que imagino, no tiene nombre. Bueno sí, tiene muchos, pero todos feos.
ResponderEliminarTus noventa y nueve de hoy son muy duras, espeluznantes y muchas cosas más que me callo. Pero, lo has contado muy bien...
ResponderEliminarBesicos,chaval.
Muy bien contada esta historia trágica. No esperaba ese final tan fuerte. En una segunda lectura el no querer saber de la madre nos encoge más todavía el corazón.
ResponderEliminarUn abrazo
Duele mucho MIguel, muchísimo. Un micro magistral. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo
Ufff, acoj.nante. El giro final es tan brutal en la historia como en la literatura.
ResponderEliminarHdP cuantos de estos habrá por el mundo... Y encima se pavonea!!! Buen micro, de lis que remueven.
ResponderEliminar