Por suerte sigo de vacaciones, al igual que mi imaginación así que os dejo con un microrrelato que escribí hace un tiempo y que tenía olvidado por el ordenador. Eso sí, las 99 palabras no pueden faltar. Es lo que hay.
Sin perderla de vista ni un momento, con cara seria y ademán decidido, se acercó hacia ella con paso lento, pero seguro, ante la mirada expectante de una multitud que vociferaba como si estuviera poseída. Había llegado el momento. Al llegar a su altura comenzó el ritual que siempre seguía en estas ocasiones: la cogió, la acarició y le dijo unas palabras que solo ella pudo escuchar. Después de besarla con delicadeza la dejó en el suelo, la miró fijamente y la golpeó con todas sus fuerzas. Casi al instante un grito unánime de alegría retumbó por el estadio.
En épocas de "sequía" o vacaciones tampoco está mal rescatar algún texto que tenemos por ahí guardado y casi olvidado.
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Jaja, me sorprendió el final... un giro divertido.
ResponderEliminarHe de reconocer que me dejé engañar por la imagen, Miguel, y a partir de ahí creo que disfruté incluso más que de no haberlo hecho.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Me alegro de que lo hayas rescatado.
Un abrazo.
¡Goooooooooool!
ResponderEliminar¡Como nos has engañado, pillín!
Un abrazo.
Buenas.
ResponderEliminarPues tienen razón los comentaristas anteriores, qué bueno qu elo hayas rescatado para metérnosla hasta el fondo. Un abrazo.
Haciendo tan literario un penalti acabarás comentando partidos en TVE, que tiene mucho poeta haciendo las crónicas. Da para pensar.
ResponderEliminarEs bueno que lo hayas rescatado y sorprenderme con ese final.
ResponderEliminarBesitos
Me ha encantado cómo nos has manipulado. De todos modos, no dejo de ver entrar en la portería esa cabeza seccionada.
ResponderEliminarUn beso
Muy bueno, ya me imaginaba lo peor...
ResponderEliminarUn saludo.