Tras secarse el sudor tomó la escopeta, tragó saliva y apuntó. Sacó ligeramente la lengua, apretó el gatillo y rápidamente agotó los tres disparos que le correspondían. Separó la escopeta del rostro y vio que por primera vez en su vida había acertado. Entonces se acordó de su padre y de las muchas tardes que habían pasado en la feria intentando abatir aquellos muñecos que salían con una diana delante. Su cara se llenó de lágrimas cuando comprendió que su infancia ya había quedado muy atrás. Hoy los muñecos, al caer, dejaron la tapia del cementerio teñida de sangre.
Jo, Miguel, qué bestia!!! Brutal porque me llevabas por la feria tan tranquila y ahora mira lo que me he comido.
ResponderEliminarUn abrazo
Madre mía, desde luego que nunca se sabe para qué pueden servir esos juegos de infancia.
ResponderEliminarAbrazos
Anita lo siento pero me salió así. Ultimamente me ha entrado un ramalazo de vena asesina que no puedo con ella (por suerte sóo en los textos). Un abrazo.
ResponderEliminarSu seguro que el padre no lo hacía con esa intención pero como tú dices nunca se sabe dónde pueden acabar tus aficiones infantiles. Otro abrazo para ti.
Final impredecible. Genial.
ResponderEliminarUn saludillo
¡Vaya final! La verdad no he llegado a sospecharlo.
ResponderEliminarBesos.
Ya podía haber seguido fallando. Un relato crudo y fuerte. Me gustó.
ResponderEliminarLo veía venir pero........da igual, acertaste con el final como tu prota.
ResponderEliminarA veces no hace falta escopeta, se apunta con el mismo dedo...
ResponderEliminarBicos Miguel y genial como siempre.
¡¡UFFFFFFF!!
ResponderEliminarJavier Domingo, Elysa eso es lo que siempre se pretende pero pocas veces se consigue.
ResponderEliminarSaludos para los dos.
Cybrghost creo que hasta él está de acuerdo con tu apreciación.
Saludos y gracias por tus palabras
Luisa veo que fuiste de las pocas. Si acerté me doy por satisfecho. Saludos.
ResponderEliminarCarmela tienes razón. Muchas veces lo de la escopeta es lo de menos. El arma está en uno mismo.
Bicos.
Miguel Angel ya pasó. Fue sólo una historia.
Un abrazo
¡Hala! Nada, yo a mi hijo sólo le voy a dejar jugar al parchís :-)
ResponderEliminarMuy bueno Miguel. Besos
Eso no se hace, Miguel, casi me atraganto, tío...
ResponderEliminarEstá realmente bien...
Rocío Romero ten cuidado con el parchís que también tiene lo suyo :-)
ResponderEliminardepropio pareces nuevo. Mi blog no hay que leerlo en horas de comida o cena porque luego pasa lo que pasa.
Saludos para los dos. Gracias por pasar.
Miguel, el uso exagerado del pretérito perfecto (tomó, tragó, sacó) da cacofonía al texto. Valdría la pena jugar con otros tiempos. Por ejemplo, yo iniciaría el texto así: "Agotó los tres disparos que le correspondían: por primera vez en su vida había acertado (o dio en el blanco). Recordó las muchas tardes con su padre tratando de dar en el blanco. Hoy los muñecos, al caer, dejaron la tapia del cementerio teñida de sangre."
ResponderEliminarEs sólo mi comentario.
Saludos.
José Manuel la culpa de esto la tiene mi manía de colgar microrrelatos con 99 palabras. Quizás esa autolimitación hace que algunos textos no estén tan bien rematados como debieran.
ResponderEliminarSaludos
Tienes razón: cuando uno se fija algunos límites la cosa se complica. A mí me sucede cuando escribo soneto, por eso no me he propuesto medir mis textos; aunque como reto, siempre es muy interesante.
ResponderEliminarSaludos.
José Manuel cabezón que es uno.
ResponderEliminarSaludos
Miguel Ángel, acabo de leer tu relato de en la publicación de IM. Es brutal. Aunque se inicia con escopetas, el título nos ubica en las casetas de feria, y el protagonista hace referencia a la infancia con el padre — es decir, mi infancia—. Termina saliendo el tiro por la culata del lector, fulminando el cerebro, con ese teñir la tapia del cementerio. No me extraña que sea de los grandes del 2011.
ResponderEliminarAdemás, acabo de descubrir eso de que todos tus relatos están escritos en 99 palabras. Es un reto que así visto y leído parece fácil.
Quizás me apunte a tu concurso, no por concursar, si no por el reto de hacer eso, un relato en 99.
Nos leemos.
Ximens no sabes cuanto me alegran tus palabras. Este microrrelato surge de una idea que mandé al concurso "cuenta 140". Es de esos micros que te salen en un segundo, y por suerte ha gustado.
ResponderEliminarLo de las 99 palabras viene de lejos, como ya habrás visto la semana pasada ha cumplido mi blog dos años, y hasta ahora los micros siempre han estado contados en 99 palabras (cabezón que es uno).
Te animo a que participes en el concurso para que intentes bsucarle el gustillo a eso de tener que recortar un texto hasta que llegas a ese número concreto de palabras. Espero que al final te animes.
Fue un placer conocerte en la quedada. Lástima que no me tocara el botijo.
Un abrazo.