Pese a ser incapaces de comprender su rocambolesco alegato, el Tribunal Militar escuchaba impertérrito la insólita declaración del soldado: desde hacía pocos días su fusil había contraído una extraña alergia y ahora disparaba rosas, es más, hasta le estaban creciendo ramas. Tras la exposición el Juez fue testigo de un hecho surrealista: de las cabezas de los miembros del Tribunal comenzaron a brotar geranios y amapolas, incluso su mazo era ahora un alhelí. Tras la deliberación el Juez dictaminó en su escrito que aquel virus fuera inoculado a todo el ejército. Desde entonces el país vive una continua primavera.
(Este micro lo mandé al concurso de Relatos de Abogados de Junio-2010)
Que bonito...
ResponderEliminarMe ha gustado el mensaje, muy pacifista :) Ojalá ese virus existiera. Un abrazo, te leo!
ResponderEliminarde lo mejor. veo q el cambio de temática, con relación a anteriores relatos ha sido muy afortunado.
ResponderEliminarsaludos!
Gracias Su
ResponderEliminarJosé R. González me da que no estamos interesados en buscarlo. Por desgracia.
Médico del Alma te lo agradezco. Es cierto que no tiene que ver nada con el 90% de las historias que aquí cuelgo.
Gracias por vuestros comentarios.
Ojalá todas las armas dispararan flores suaves y olorosas.
ResponderEliminarPrecioso relato.
Un beso, Miguel.
Irene lo más cerca que hemos estado de eso fue cuando nuestros vecinos liaron la Revolución de los claveles.
ResponderEliminarBesos
Precioso, me ha encantado tu mensaje...
ResponderEliminarGracias por compartir.
Besos.
Mar
eclipse de luna me alegro de que te haya llegado. Besos.
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